Son días de gracia en los que D. Enrique, con su buena doctrina, va llevando a la Asamblea a una revisión personal, despertando la frescura e ilusión del primer amor, animando a una intensa vida de oración, avivando el fuego de la caridad en los corazones para poder después llevarlo a las comunidades y a todos nuestros hermanos más necesitados. Este sería el deseo de Santa María Josefa, que dice:
“Continúen muy unidas, que todas las casas del Instituto formen un solo corazón y una sola intención en sus obras, que no será otra cosa que la de dar gracias a Dios, santificar las almas y honrar al mismo Instituto” (Doctrina Espiritual)