“Para todas las Hermanas participantes ha sido una bendición de Dios. Hemos descubierto que la mejor promoción vocacional es vivir con intensidad y alegría nuestra propia vocación, amarla y defenderla, transmitirla con todo nuestro ser, un ser que debe estar lleno de Dios mediante la oración y meditación de la Palabra de Dios. Él sigue llamando, a través de nuestra mediación, a una entrega total y radical al servicio del Reino de Dios.
La promoción vocacional debe estar centrada en Cristo, por Cristo y para Cristo… sólo así daremos fruto, aunque tal vez no lo veamos, porque lo nuestro es sembrar”.